Llevo un tiempo hablando en las redes sociales sobre la libertad que es para mi, coger la cámara, ponerme los auriculares, buena música y salir de paseo por la noche.
Dedicarme única y exclusivamente a mirar, siempre hace que redescubra lugares por los que paso a diario.
También por otro lado la noche tiene algo muy especial. El silencio, las luces, calles vacías, pocas miras indiscretas, parece que incluso te da más tiempo para pensar.
Tengo bastantes reportajes variados de mis paseos. A veces salgo con una temática en mano y otras veces, me dejo llevar.
En una ocasión la idea fue mirar a través de formas y luces desenfocadas, recordando al impresionismo, un estilo en pintura del que estoy enamorado.
Otras veces busco objetos, personas y en esta última ocasión, negocios. Quizás la situación actual, hizo que así fuera.
Es muy probable que mis elecciones siempre estén influidas por algo, que muchas veces no logro a comprender.
A continuación una selección de las fotografías de mi último paseo nocturno.
Ahora que dispongo del flash de batería Godox AD400 pro, tengo más ganas que nunca de volver a aquella fotografía, a la que me aficioné hace más de 10 años.
Los equipo de entonces eran poco potentes y muy básicos. Si querías usar un flash de estudio, debías cargar con un generador o una batería, lo cual multiplicaba muchísimo el peso y también limitaba su movilidad por la necesidad de conectar los cables. Trabajar solo en esas condiciones era complicado, y casi obligatorio un ayudante, aparte de influir en la selección de las localizaciones.
Con el modelo Godox AD400 pro, lo tengo todo en uno. Dispone de su propia batería con la que he llegado a hacer en la sesión actual algo más de 300 fotos. La mayoría casi a máxima potencia, sobre 1/2 +0,7 y 1/2 +0,3. Es una auténtica gozada tal cantidad de autonomía en tan pequeño tamaño. Y ojo al dato, porque el flash trabaja desde 1/1, 1/2… hasta 1/256 tanto en pasos de 0,3 como en pasos de 0,1.
Para las fotos usé el octabox S85 de 85 cm de diámetro, con reflector interno dorado y para terminar con el grid que también se puede acoplar, para tener una luz mucho más concentrada.
Ahora vayamos a una de las partes más interesantes, los ajustes que usé y los motivos.
La idea era hacer fotografía a contra de la luz solar, en plena tarde y usar un flash como luz principal. Una situación realmente complicada y donde no cualquier flash puede trabajar.
Para complicar aún más la situación, tomé la decisión de trabajar a máxima apertura o cercano a la máxima. Entre f1,8 y 2,5 ¿por qué digo complicar? porque para trabajar a dicha apertura, y conseguir un fondo correctamente expuesto se necesita un flash y un disparador que puedan trabajar a altas velocidades de sincronización, siendo de 1/4000 en la mayoría de las fotografías y con un ISO 100.
Diferencia entre usar o no el flash manteniendo la luz ambiente.
Esto suele tener el problema de sobrecalentamiento. En la calle a más de 30 grados y con una potencia cercana al máximo. Aunque solo tuve que parar en una ocasión para dejarlo reposar unos minutos, que nos vino bien para descansar y beber un poco de agua.
Por otro lado, cuando se dispara a máxima potencia o cercana, el reciclado es más lento y no permite mucha continuidad a la hora de buscar una fotografía menos pausada. En ese caso intentaría disparar a 1/16 de potencia, donde el flash me permite incluso ráfaga.
Importante decir, que para trabajar con flash en exteriores tenéis que conocer una regla fundamental, y es que la velocidad de obturación no afecta a la luz del flash, solo la apertura y el ISO. De esta manera tenemos un factor muy importante para separar el ajuste de la luz ambiente y de la luz del flash.
Fotoaprendiz no deja de ser mi niño mimado. Un blog al que sigo añadiendo contenido después de 12 años en la red, tanto personal, como didáctico, pero siempre con un enfoque fotográfico.
En este caso vengo a mostraros las primeras fotografías decentes que tengo patinando (los tiempos y las cámaras han cambiado mucho). Llevo patinando desde 1.996 así que, ya tocaba.
Ahora con 40 años sigo todavía practicando muchos de los deportes que aprendí de joven. Es super reconfortante ponerte a realizar una actividad aprendida hace muchos años, y seguir realizándola como casi cuando eras una chaval. Es una sensación maravillosa.
Para esta ocasión nos fuimos Emma, Susana y yo a un pequeño skatepark de Navalmora, si es que se puede llamar skatepark. Son 4 rampas, una barandilla y un cajón. En un espacio super reducido, que a la mínima te sales fuera.
El equipo usado fue el que uso habitualmente para salir de paseo y tirar fotos de manera relajada. Una Sony A6100 la cual tiene un enfoque y seguimiento muy fiable y muy rápido. Además su ráfaga supera a la de mis cámaras de trabajo y para este tipo de fotografías, es fundamental. En modo Hi+ puede disparar hasta 11 fotos por segundo durante un máximo de 3 segundos, por lo que sacamos hasta 33 fotos. Además esa ráfaga te mantiene el AF continuo y grabación en RAW.
El objetivo elegido fue el 50 1.8 de Sony, para compatibilizar el seguimiento continuo, ya que con el anillo adaptador de objetivos Canon, solo funciona el AF continuo con objetivos Sigma.
Al tener factor de recorte, la distancia focal sería aproximadamente 75 mm. Una focal aceptable para este tipo de fotografías, incluso una mayor distancia focal tampoco vendría mal.
Se usó seguimiento a la cara y ojo que funciona realmente bien, aunque cuando tenemos puesta la mascarilla falla un poco. Así que en alguna ocasión preferimos marcar un punto en la pantalla y evitarnos pérdidas de enfoque. También es mejor opción cuando hay saltos y giros en los que perdemos el rostro en nuestro punto de vista.
Por supuesto, muy importante usar una velocidad de obturación muy rápida, en este caso se llegaron a usar valores de 1/2000.
La apertura aunque se la jugó un poco, usó f1.8 para abstraer el entorno y centrarse en la acción. Con estos enfoques tan precisos en modo continuo, te la puedes jugar.
Por fin después de 24 años patinando, tengo mis primeras fotos bien realizadas gracias a Susana y también, a una cámara que me encanta como compañera de mi día a día.
Un poquito de grind en box de dos escalones. He vuelto a retomar la actividad hace poco y ahora me cuesta saltar al segundo peldaño. Unos mesecitos más de práctica y lo tengo hecho.
Un poquito de saltos y transfers en rampa. Con un estilo y técnica a pulir.
Tampoco faltó un poquito de barandilla inclinada. Aquí con mucho cuidado, porque una caída tonta puede ser muy dolorosa.
Y por supuesto, con la compañía de mi mejor compañera de juegos. Quién ha conseguido que vuelva a ponerme los patines y disfrutar como hace años, o incluso más.
Desde el fatídico día del 14 de Marzo de 2020 que tuvimos que encerrarnos en casa, la vida pasaba con ciertos altibajos. La incertidumbre puede volver a la cabeza más asentada, en un cesto de bingo.
Recuerdo como me quedé sin ganas de nada, apagado durante días sin saber que hacer. El equipo fotográfico se quedó encerrado en un armario cogiendo polvo hasta que un día desperté.
Era ya 29 de Marzo de 2020, habían pasado 2 semanas y decidí hacer el esfuerzo de desempolvar mi cámara. Decidí volver a fotografiar a mi musa, a mi pequeña, a esa personita que prácticamente fotografío a diario, para contar su vida, para recordarla desde el comienzo de todo, desde su nacimiento. Y sobre todo, para que ella se recuerde.
La recuperación fue lenta, pero desde entonces me esforcé más y más en coger la cámara, pues era la única forma de centrarme y no perder el Norte.
Empecé a hacer fotografías a Emma por toda la casa, hasta que pudimos salir por fin a la calle casi después de un mes de encierro. A partir de entonces fotografié todos sus paseos, todos los nuevos momentos que nos brindaba la vida en una situación tan caótica. Volví a ser yo y ella volvió a ser una niña llena de energía.
A continuación os muestro una selección de fotos desde el primer día de encierro hasta “la nueva normalidad”. Un recuerdo que va desde los días más duros hasta que finalmente la sonrisa y una sensación de felicidad volvió a apoderarse de nuestras vidas.