Hace poco escribí en mi web sobre el motivo por el cual la fotografía en las bodas está cambiando, no mucho pero si en ciertos aspectos.
La tecnología aplicada en las nuevas cámaras, el pasar del carrete a lo digital, ha dado completamente la vuelta a todo y en lo referente a las bodas, aún debería cambiar más. Hace no muchos años, llegabas a las bodas con un número limitado de carretes y por lo tanto un número limitado de fotos, a esto le sumamos que las condiciones lumínicas y el sistema de trabajo con carrete no podía ni compararse con el digital, sobre todo a la hora de disparar fotos continuamente sin miedo alguno. Por lo tanto, el día de la boda todo estaba hablado y más o menos controlado. Foto con los padres, foto con el vestido, unas fotos en la iglesia, fotos de familia, en el reportaje te explayabas un poco, y después cuatro fotos más si es que ibas al banquete.
Con las cámaras digitales todo ha cambiado, puedes salir de la casa de la novia con 1000 fotos sin problema, pues el número de fotos hoy en día podría considerarse ilimitado. No hay miedo a fallar, simplemente disparas y disparas buscando un fotón tras otro y te plantas en casa con 50000 fotos, pero sabiendo que todas más o menos están bien, pues las has ido viendo en la pantalla de la cámara.
Hoy en día, no creo que tener en casa 5000 fotos de una boda que seleccionar y editar sea más que llegar a casa con 20 carretes de 36 fotos que revelar. Y evidentemente la lectura histórica y narrativa de 5000 a 720 fotos no se puede ni comparar y ya sin entrar en temas de que con un sistema hemos disparado sin preguntar y en el otro eran todo posados.
Todo esto que os cuento es por explicar de una forma muy muy resumida, el porqué las parejas actuales quieren prescindir de ciertas fotos y el porqué está cambiando solo un poco la organización fotográfica de una boda.

Primero decir, que el panorama fotográfico en bodas debería haber cambiado aún mucho más, pero estos cambios generacionales son lentos y necesitan asimilación, y sobre todo algo de contagio para quitar miedos escénicos. Por otro lado ya se empieza a notar en los reportajes, donde cada vez más parejas quieren perder menos el tiempo con estas fotos. Quizás sea un paso a algo nuevo que está por llegar, porque reducir o no los tiempos no lo veo para nada dramático o novedoso, aunque si veo que algo hay que cambiar.
Con las cámaras actuales y el tipo de fotografía documental que realizamos en las bodas, ya no es necesario un reportaje de 2 horas, irnos media hora de viaje en coche para aprovechar y sacar unas buenas fotos. Esas buenas fotos ya han sido realizadas durante todo el día y las que quedan. Por lo tanto, no es necesario un momento puntual del día para sacar lo mejor, eso se puede sacar en cualquier momento, sea la casa del novio, como en la caseta tomando cervezas, ya nada se puede dar por hecho.
A mi me parece bien el reducir el tiempo del reportaje, aunque también me parece bien hacer un buen reportaje ese mismo día. Como ambas cosas me parecen adecuadas, yo dejo a elección de las parejas lo que quieran hacer y bien lo expongo en el artículo que mencionaré al final.
La fotografías de bodas aún tiene que cambiar mucho, ya se ha dado un paso grande cuando se decidió que había que narrar y no posar, aunque aún seamos pocos los que lo hacemos. Pero sin duda, y por experiencia propia debe ser así. Hay que narrar, contar con fotos que transmiten situaciones y momentos determinados, y por supuesto algún posado para reforzar esa historia complementaria.
Para terminar, podéis leer el artículo que escribí en mi web sobre «El reportaje de bodas ¿si o no?»