Reflexintalmología fotográfica

Cámaras, objetivos, un sin fin de cacharros se acomodan en las estanterías del estudio. Llega el Otoño, una fuerza invernal se apodera de nosotros, una pereza que deja atrás el descanso del verano, para entorpecer estos meses con algún tipo de decadencia fotográfica.

Meses y meses de duro trabajo que se han ido acumulando para llegar a un relajado Diciembre que se encuentra a la vuelta de la esquina.

Estas fechas para muchos fotógrafos se basan en marketing, publicidad y reflexión sobre su trabajo. Reflexionar sobre lo bien o mal que se ha dado el año y pensar en la nueva forma de publicitar su trabajo.

No sólo es importante trabajar y hacerlo bien, sino que también es importante invertir un porcentaje de las ganancias en darse a conocer, ya sea a través de la red o en medios más «analógicos» (por decirlo de alguna forma), papel, radio, televisión, todo vale con tal de acercar a más gente a tu fotografía.

Siempre he dicho que para mi el marketing no se trata de convencer a nadie de que contrate mis servicios, sino de acercar a la gente a mi trabajo, el cual debe hablar por mi y por lo cual el cliente tendrá total libertad sobre si me contrata o no. Yo no quiero vender humo ni la moto a nadie, mis fotografías son mi trabajo, es lo que mejor sé hacer, si esas fotos se adaptan a lo que alguien siempre soñó para su reportaje, aquí estaré para resolver todas sus dudas, pero no para convencerle de algo que no quiera.

Es por esta razón, que ya varios amigos me han dicho más de una vez «eres fotógrafo, no eres comercial». Y en cierta manera es así, creo que no soy un buen vendedor, no siento la necesidad de convencer a nadie de que me contrate, simplemente quiero que vea mi trabajo, vea lo que soy capaz de hacer y él decida, sin más. Por supuesto que si me preguntan, haré todo lo posible para que le quede claro cualquier aspecto de mi trabajo y que también entienda que soy un enamorado de la fotografía, y que cuando se trabaja por amor, por pasión, las cosas siempre salen bien.

Todavía me sale una sonrisa cuando recuerdo algunas caras de las parejas que he retratado, caras de asombro, que seguramente se preguntaban «¿Cómo puede estar trabajando con esa felicidad?» corriendo para arriba y para abajo, sonriendo, hablando, con esa expresión de niño pequeño cuando sus padres le regalan ese juguete con el que siempre soñó. Soy así, me encanta hacer fotos y lo último que pienso en ese momento es que estoy trabajando y tengo que vender una imagen. Mi imagen es mi fotografía, no soy un comercial. Lo siento por esos trabajos que he perdido por no vender la moto, por no vender esa pizca que  a veces necesita el cliente para decidirse, pero soy así.

Aunque aún queda mes y medio para terminar el año, puedo decir sin ningún tipo de duda, que ha sido mi mejor año fotográfico con una diferencia gigantesca con respecto a años anteriores. He realizado muchos trabajos, he aprendido muchísimo (tanto para bien como para mal), he realizado trabajos que nunca pensé que sería capaz y ahora aquí me tenéis, el fotógrafo más seguro del mundo para volver a realizarlo. Hacer las cosas bien da mucho trabajo, al final el mejor marketing es el boca a boca, trabajos que llaman a más trabajo, clientes contentos que traen a nuevos clientes, así es el día a día, muy lento, con una pequeña ascensión, pero que nunca decae.

¿Cómo se espera el 2013? Pues quiero ser optimista, para ciertas cosas está siendo más lento que el 2012, pero veo que al final llegará a ser igual de bueno o mejor que el 2012. Debemos tener confianza en nosotros mismos, trabajar duro y no habrá ningún año que se resista. El próximo año será tan bueno como nosotros queramos, sólo tenemos que seguir adelante, y si nos encontramos con un muro, escalarlo y seguir adelante.

En mis años como fotógrafo me he encontrado con muchos muros que he tenido que escalar, a veces me he chocado de lleno y me ha costado solventarlo, pero al final, si uno tiene ganas y quiere seguir trabajando en lo que ama, siempre conseguirá solucionar cualquier tipo de problema.

También hay que decir que cuando a uno le va bien en su profesión, no todo es maravilloso y de color de rosa. Hay días e incluso semanas de mucho estrés, muchas preocupaciones, no hay un sueldo a final de mes y a veces puede llegar a preocupar bastante. Hay días de tirar la toalla, hay días en los que te sientes el más afortunado del mundo. Pero al final, termina el año, hay que hacer un balance y por ahora, siempre sale positivo.

Ninguna profesión es fácil, pero siempre será mejor cuanto más disfrutes realizándola.

 

Written by Vicente Alfonso