Piedra, papel, tijera

Foto de escael.

Si hace poco hablaba en general sobre los problemas que tenemos a la hora de ir a una tienda y revelar una foto, ahora quería centrarme un poco más en la relación de aspecto (aspect ratio).

Los que usamos cámaras reflex sabemos que nuestro formato generalmente es el 3:2 muy diferente al 4:3 de las compactas. Esto a la hora de ir a revelar también puede suponer un gran problema, ya que las proporciones que nos ofrecen suelen ser bastante limitadas.

Para los que quieran revelar a la proporción 3:2 podrán encontrar habitualmente el tamaño de 10×15 y 20×30, por lo que las opciones dejan mucho que desear. Si investigamos un poco por internet, podremos encontrar una mayor variedad como un interesante 13×19, a partir de ahí lo mejor será conseguir que en la propia tienda nos ofrezcan libertad de formato y nos recorten a medida.

Cuando la opción del libre albedrío no es posible, no queda otra que reencuadrar de nuevo la fotografía antes de llevarla a imprimir y llevarnos una nueva decepción. Pero ¿Hasta cuanto podemos recortar nuestras fotos?

Foto de aiuri.

Las proporciones de una foto debemos tenerlas presentes antes de disparar, para poder tener opciones de reencuadrar en el ordenador sin pérdida de ningún tipo de detalle, aunque esto supone en la era digital un problema aún mayor. Nosotros al realizar una fotografía no solemos pensar en tamaños de revelado, a no ser que haya sido un encargo muy puntual, sino que solemos pensar en resolución, ancho por alto (píxeles). Hoy en día sacar una foto en papel no es tan habitual como hace años y nuestros trabajos suelen quedar almacenados en nuestros discos duros y entregados en CDs, por lo que las proporciones para revelado no nos preocupan, sino solamente que el encuadre sea el que nosotros queremos.

La barrera que nos encontramos cuando no pensamos en tamaños de revelado es el que os comentaba más arriba, las limitaciones, donde es difícil encontrar más de dos o tres tipos de tamaños para una relación de aspecto en concreto. Por lo que al final estamos obligados a dos cosas: perder parte de la foto al reencuadrar o a disparar pensando en el tamaño que nos ofrece una tienda determinada. Esto último no me parecería nada correcto, tener que trabajar pensando en lo que nos ofrece la tienda de la esquina y no nuestra propia imaginación.

Por lo que al final se podría resumir la odisea de los tamaños en dos puntos:

1. Si tenemos en mente el tamaño al que vamos a revelar, habría dos opciones: disparar pensando en ese formato (si es que somos capaces de visualizarlo) o disparar con suficiente margen para que al reencuadrar no perdamos detalle de la foto.

2. Si no hay intención de revelar, dispara como te venga en gana, pero luego habrá que adaptarse a lo que el mercado nos ofrece. En este caso, siempre reencuadra en el ordenador al tamaño final que tengas pensado revelar y nunca dejes opción a que lo haga el laboratorio.

Written by Vicente Alfonso