Hace poco más de 1 mes mi hija Emma cumplía 2 años. La verdad que el tiempo pasa volando y buena cuenta de ello doy con las fotos.

La verdad que como bien dicen, «en casa de herrero cuchillo de palo» aunque sólo en cierto modo. Me explico, y es que a Emma la hago fotos a diario pero no con la cámara de trabajo, sino la mayoría con el móvil o con la cámara de paseo. Parece que cuando tengo que usar la cámara de trabajo tengo que preparar la sesión de otra forma y en la mayoría de las ocasiones no saco tiempo para ello.

En el cumple decidí llevar la cámara de trabajo, son fotos sin pretensiones, simplemente para capturar los momentos de ese día. Está claro que van a quedar muchísimo mejor que con el móvil, pero siento que no es la cámara apropiada para la mayoría de situaciones. Quizás la he encasillado tanto como la cámara de «trabajo» que no concibo usarla para otra cosa. Y no dudo en que estoy completamente equivocado. Simplemente cuando cojo esa cámara siento que estoy trabajando y a veces no quiero tener esa sensación cuando estoy con mi hija.

¿Entendéis esa sensación? ¿Os ha pasado?

Eso si, todos los meses la realizo una sesión un poquito más preparada, en «modo trabajo».

Esto puede que no sea si quiera un tema de debate, simplemente una reflexión en voz alta sobre el reportaje social y como se puede trabajar en el.

Desde que se usa carrete generalmente la fotografía social y más concretamente de bodas, ha estado marcada por las mismas fotos de siempre, posados en los mismos momentos de siempre y poco más. En parte esto sucedía por las limitaciones de las cámaras de aquella época y el sistema de carrete. Aparte es a lo que la gente estaba acostumbrada y no es fácil saltarse las normas y poder dejar descontenta a una pareja con las fotos de boda.

Pero la cosa cambió hace ya más de una década, los sistemas digitales y las tarjetas de memoria han permitido avanzar mucho en este campo y poder trabajar la fotografía de bodas de la forma más extraordinaria. Podemos disparar prácticamente un número ilimitado de fotos en casi cualquier situación sin necesidad de flash, permitiendo poder capturar momentos que antes podrían ser impensables.

También la gran calidad y apertura de determinados objetivos a precios muy asequibles, y las mejoras en el AF hacen que sea mucho más fácil trabajar cierto tipo de situaciones.

Aún así, todavía hay dos vertientes muy diferenciadas, los que apuestan por una fotografía de autor, estática y preparada, y los que apuestan por una fotografía natural que cuente el momento tal cual sucedió.

Por supuesto, el término medio es lo que está ganando hoy en día, no hace falta sacrificar un tipo de fotografía por otra, podemos realizar una boda por momentos y aparte realizar alguna que otra foto más elaborada. Desde mi punto de vista, todo es importante y unas fotos bien preparadas también son un colofón a lo que pueda llegar a ser todo el reportaje.

A mi personalmente me gusta trabajar sin meterme en la escena, me gusta dejar libertad a las personas e ir fotografiando según veo como va transcurriendo todo. Es raro que coloque para algún tipo de foto, pero según la situación esa posibilidad se puede dar, aunque no ocupa más del 15% de todas las fotos del reportaje. Evidentemente la fotografía espontánea y bien capturada es una maravilla para los sentidos, pero no es fácil estar encima de toda la cantidad de momentos que se dan en una boda. Unos se podrán capturar, otros no y dentro de los que se capturan unos estarán bien y otros no.

Podríamos entrar también en las modas de edición, que son unas cuantas aunque todos los años hay una o dos más punteras, que gustan más y son las que se usan generalmente para ganar concursos, pero de eso ya hablaremos más adelante.

Aquí os dejo algunas de esas fotos que sólo surgen si estás concentrado y pendiente de los detalles. Hay que saber también anticiparse y saber leer la escena casi antes de que surja.

Fotos | Momentos Bodas 2015

Como todo en esta vida, hay cosas por las que pasamos sin una idea clara y otras que hemos medido hasta el último milímetro.

En las sesiones de fotos ocurre lo mismo, se puede ir con una idea clara de lo que se va a hacer o dejar paso a la improvisación. Esto último no es para nada sorprendente, hay directores de cine que usan ese mismo método para dar a sus películas un toque muy personal y generalmente, con una mayor facilidad a que surja algo diferente y más creativo.

Cuando llevamos todo planificado y no nos salimos del guión, es posible que su realización nos parezca algo más monótona, aunque esto no quiere decir que los resultados vayan a ser peores.

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