
Uno de los principales problemas cuando empezamos a meternos más de lleno con el trabajo o algún tipo de afición, es que acabamos siendo más y más exigentes. Tanto es así, que acabamos obsesionándonos por mínimos detalles.
Esto es algo que a mi y a muchos no está pasando con la fotografía y lo peor de todo, es que no te das cuenta.
Todo empieza con la compra de nuestra primera cámara, una compacta que al poco tiempo deja paso a una reflex de iniciación. Después de un año empezamos a encontrar limitaciones por todos lados y acabamos pasando a un modelo semiprofesional. En menos de un año se nos vuelve a quedar corta de prestaciones y volvemos a la carga con un equipo profesional. Finalmente damos paso a un estado obsesivo en el que pedimos más de lo que realmente se puede ofrecer.
Continue reading