Una tarde de paseo, puede ser el mejor momento para hacer fotos

Emma montando en patinete por la tarde

Cuando tu afición se convierte en tu trabajo, hay veces que es complicado volver a apasionarse como el principio. Es difícil coger la cámara un día en el que no haya que trabajar y olvidarse de la rutina.

Para luchar contra ésto, tengo un método que me suele funcionar bastante bien y que se basa en dos pasos:

  1. Coger una cámara que no suelas usar habitualmente. Esto es fundamental, ya que si coges el equipo de trabajo será complicado desconectar.
  2. Aprovechar los días de paseo, en horas pocos comunes y llevar la cámara encima. El salir sin pensar en hacer fotos, pero tener una cámara contigo ayuda a desconectar y hacer lo que te apetece, sin ceñirte a la fotografía «políticamente correcta».

Pero para que quede un poquito más claro, voy a desarrollar estos dos puntos.

El domingo es un día que suele ser excesivamente casero. Mi hija se queda aburrida en casa después de estar toda la mañana «enredando» y toca, salir a la calle para que nos de el aire en la cara.

La hora no importa, no vamos exclusivamente a hacer fotos, voy de acompañante, para que ella pueda salir a jugar. Pero de paso, cojo una cámara y un objetivo adecuado para la ocasión.

Voy a por mi Sony A6100 junto con un anillo Sigma para conectar mis lentes Canon. En esta ocasión elijo el Canon 28 1.8 Quiero una focal fija, poco peso y poco tamaño. Esta focal junto con el factor de multiplicación se queda entre un 40 mm, un buen punto de vista para dar paseos por la calle.

¿Por qué uso esa cámara? porque solo la saco para estas ocasiones. Porque me libera, porque no siento que esté trabajando, porque es más limitada que mi equipo principal y así hace que me tome la fotografía de otra manera.

Esto último es para mi fundamental, ya que salir con un equipo con el que tiro de media unas 200.000 fotos al año, hace que sea tan sumamente cotidiano y sencillo capturar un instante, que me quita la «chispa» de la novedad. Mientras que cuando salgo con un equipo más «limitado» en cuanto la rapidez de enfoque, con una cadencia de disparo diferente y que uso con menos frecuencia, me mantiene más vivo, más despierto en un día cotidiano y familiar.

Además procuro, que esa cámara con la que salgo a «jugar» sea de un tamaño discreto, que la pueda llevar con comodidad, casi en un bolsillo. Ni siquiera la pongo correa para no sentirme atado a ella. La llevo libre en la mano para disparar cuando me apetece.

Una vez en la calle aprovecho para jugar con las luces y sombras si está el día propicio. No pienso en la hora que voy a salir, no pienso en como va a estar la luz, dejo que esos factores jueguen a mi favor. Solo quiero disfrutar y no sentirme atado al protocolo «cliente».

Ahora ya está en mi mano decidir que hacer. Tengo a mi hija para hacerla retratos, tengo toda la calle delante de mi para fotografiar el rincón que más me apetezca.

Y ya por fin, dispongo de todo el tiempo que quiero y la libertad de hacer lo que me apetezca. Puedo disfrutar de la fotografía de nuevo.

Fotografía callejera para salir de la rutina profesional
Emma rápido en patinete
Emma en patinete a contraluz
Fotografía callejera para salir de la rutina profesional diaria
Written by Vicente Alfonso