Londres ha sido mi último destino hasta que llevé mi cámara al SAT. Con lo cual aproveché todo lo que pude para hacer fotos. Realicé unas 500 fotos (pocas me parecen comparadas con las 1400 de los carnavales), pero no tuve tiempo para más.
La ciudad tenía algo especial, cualquier rincón parecía fotogénico y daban ganas de inmortalizar a cualquier persona de la calle. Quizás sea por lo que he hablado muchas veces, un cambio de lugar nos produce una nueva perspectiva de la fotografía.