Por muchos años más en la red, por muchos años más compartiendo.
Son ya casi 10 años de análisis, opiniones, sueños y cambios en mi vida que han leído millones de personas en todo el mundo y que espero siga así por muchos años más.
Hoy toca felicitar el año pero dentro de unos meses cumpliremos una década hablando de fotografía.
A veces cuando realizo una foto siento que tiene un valor especial, no sólo cuando sucede sino a lo largo del tiempo.
Generalmente buscamos el valor del momento, amortizar el dinero que estamos gastando sin pensar en el regalo que vamos a tener en un futuro.
Mi madre desde siempre ha realizado muchas fotografías, tanto para su vida familiar como para algún que otro concurso. Es más, uno de los objetivos que montaba en su reflex de carrete, lo uso yo actualmente, un Canon 135 f2.8 with softfocus, una maravilla en su tiempo para retratos (bendita montura EOS).
Una de esas fotos que te encuentras y te recorre una sensación extraña por toda la piel es la siguiente:
Debe ser una foto de 1988, en la cual estoy yo y mi hermana Alejandra. Es una sensación tan intensa cada vez que la veo, que me hace sentir el valor real de cada fotografía, más allá de los euros que se puedan gastar y el entusiasmo del momento.
Esta otra fotografía debe ser a finales de Noviembre de 1987 ó principios de Diciembre de 1987. Unos recuerdos tremendos, los cuales agradezco enormemente poder tener.
Con los reportaje fotográficos, bodas, comuniones… etc pasa lo mismo. A veces no se perciben como un momento único e irrepetible, sino como un gasto innecesario y obligatorio. El tiempo nos dará la razón a los fotógrafos y esas familias comprenderán el porqué de grabar momentos importantes, inmortalizar el paso del tiempo.
Es precioso recordar, volver a ver que también una vez fuimos pequeños, jóvenes, mayores y que nuestros nietos, hijos, sobrinos… nos recuerden en todas nuestras etapas.
A mi me encanta ver la fotografía de mis antepasados, que por desgracia son bastante pocas, pues en aquellos tiempos no era muy habitual tener más de 10 ó 20 fotografías en toda la vida. Actualmente tenemos el privilegio de la inmortalidad fotográfica, podemos inmortalizar casi cada minuto de nuestra vida sin darnos cuenta.
Nuestra futura familia por fortuna, tendrá un archivo fotográfico enorme de nuestra vida, con el que comparar, recordar y soltar alguna lagrimilla en un futuro. Si eso no tiene un valor enorme, no sé que lo tiene.
Generalmente y gracias a internet, cada vez es menos habitual disponer de un rincón donde recibir a la gente, aunque no por ello para determinados tipos de clientes es bastante recomendable.
Tengo la suerte de contratar gracias a mi web, ya que los clientes que vienen a encargarme algún trabajo o se ponen en contacto conmigo, ya saben lo que se van a encontrar y no hace falta venderles la moto con un bonito local, que insisto, también ayuda.
Yo no vendo una imagen a pie de calle, vendo una imagen con mis trabajos, busco que la gente que me contrate lo haga por mis fotos. Eso hace que me esfuerce más por mejorar y ofrecer un trabajo cada día mejor. No quiero estancarme ofreciendo una calidad media-baja, que no me motive, para simplemente ofrecer un precio bajo y así hacer muchas contrataciones.
Hace tiempo tuve las cosas claras, buscaba un trabajo que me motivara, que me hiciera esforzarme día a día y no terminar siendo un conformista.
Si hay algo importante dentro de un trabajo, es sentirte valorado y así exprimirte y disfrutar de lo que haces. Si tu trabajo no te ofrece ningún tipo de motivación, acabas siendo un zombi esclavizado 8 horas al día, sin ningún tipo de ilusión. Yo no quería convertirme en eso.
Mi zona de trabajo es muy modesta, un pequeño despacho a pié de calle donde recibo a algunos clientes de la zona, con mi equipo de ordenadores y discos para editar fotografías, aparte de un estudio donde realizar algunos trabajos. Creo que es algo de lo más habitual hoy en día. La mayoría de fotógrafos que conozco de mi edad son chavales que no disponen de despacho, trabajan directamente desde casa y con una conexión a internet y web, que es su escaparate y zona de contacto habitual. Y no sólo eso, muchos de los fotógrafos más famosos que conozco a nivel internacional, trabajan directamente desde casa y sólo se desplazan para trabajar o quedar con el cliente en alguna cafetería.
En esto se está convirtiendo la fotografía actual, en un intercambio visual por internet y en una contratación por email. Ofreciendo muchísimas facilidades para empezar en el negocio a muchos grandes fotógrafos que por desgracia no tienen recursos.
Hace años el fotógrafo generalmente venía de familia, heredando el estudio y los clientes del padre.
Los tiempos cambian, cada vez los clientes tienen más claro lo que buscan, entienden más de fotografía y deciden contratar por la calidad del trabajo, no por la fachada.
Actualmente los fotógrafos nos forjamos a base de ganas, pasión y echarnos a la calle sin miedos, con toda la ilusión del mundo. Quizás sea una época complicada, pero no por eso no vamos a echar para atrás.
Si te apasiona la fotografía, si algún día quisistes ser fotógrafo, que no te quieten las ganas los tiempos que vivimos, acuérdate de las facilidades y medios de los que ahora disponemos, y haz realidad tu sueño.