Dos formas de tratar la luz, dos retratos diferentes

Mientras le doy vueltas a la cabeza sobre hacer un nuevo vídeo en el que compartir algo que pueda ser interesante, estaba preparando algunas fotos para colgar en mi casa.

Hace pocas semanas estuvimos unos días de vacaciones (las pocas que me puedo tomar) y me vine a casa con miles de fotos, de las cuales algunas estoy deseando colgar en el pasillo.

Tengo la suerte de que a mi hija todavía no la resulto pesado con la cámara, y podemos salir a hacer fotos de vez en cuando, aunque ella también se cansa (como todos). Pero en esos ratos que la gusta mirar a cámara y sentirse observada, tuve mi momento de sesión que tanto deseaba.

Durante un paseo por la playa realicé miles de tomas, pero con dos tipos de luces diferentes, aunque todas fueron en exteriores.

Según como utilicemos la luz, podremos conseguir diferentes tipos de retratos, y es de ello de lo que os quería hablar.

Desde siempre me ha gustado el contraluz, es una luz muy dura que entra por la espalda del fotografiado y que obliga a tirar con ciertas particularidades, como es el tener que quemar o casi quemar el fondo para contrarrestar la falta de luz en el objeto principal. Esto hace que las imágenes tengan un aspecto bastante lavado y generalmente, se pierde algo de textura a cambio de un poquito de mayor suavidad. También hay que tener en cuenta cuanto queremos ajustar la imagen, pues hoy en día gracias al gran rango dinámico de nuestras cámaras, si ajustamos en un punto medio, es posible recuperar bastante en sombras y luces, consiguiendo una imagen muy compensada, mucho más de lo que podríamos haber imaginado hace más de 10 años.

Como veis en la imagen, aún siendo un contraluz lateral muy duro, se puede ver la playa al fondo, incluso se puede llegar a intuir el mar y como rompen las olas.

La naturalidad de la expresión, los pelos al viento, la humedad de la melena después de haberse mojado en el agua salada, fue lo que más me atrajo de esta imagen, la cual ya está lista para enviarse a imprimir.

Por otro lado, seguimos el paseo para ahora meternos entre edificios y aceras donde entra y sale luz por diferentes pasillos que formas esos grandes edificios.

La luz aquí pierde algo de fuerza, está atravesando árboles, verjas, balcones, toldos y aún siendo directa, ya no es tan dura como en plena playa, donde no solo teníamos la luz que nos llegaba del sol, sino todo el reflejo que produce el inmenso mar y la arena de playa.

Aquí tenía una suave luz lateral que bañaba algunos centímetros de acera entre metros de sombras. Es una de las escenas más habituales para jugar con los claro-oscuros, para resaltar un objeto a pleno día entre las sombras, casi como si estuviéramos en estudio.

En este tipo de escenas, podemos apurar más o menos las luces y sombras, podemos conseguir cerrar mucho la imagen o por contra, dejar un poco de claridad para tener una escena compensada. En este caso, preferí compensar un poquito solo, y aunque marqué bien con la luz principal, quise dejar una escena abierta donde se pudieran apreciar más detalles, gracias a la composición y el ajuste de luz, aparte de la ligera edición.

Con la luz directa y lateral, conseguimos retratos con un mayor volumen, se pueden apreciar mejor las formas, todo adquiere más relieve y las texturas tienen un mayor protagonismo. Aparte, al haber dejado luz en el fondo, también posiciona mejor la imagen, lo que ayuda a construir una escena.

Un mismo lugar, una misma hora, pero una imagen totalmente diferente.

Written by Vicente Alfonso