No todo son flashes

Foto de Alex Dram.

Últimamente acostumbro a realizar muchos trabajos con iluminación artificial, en determinados momentos sus resultados son excelentes y se pueden crear todo tipo de sombras y formas, con la ventaja de que es una iluminación que manejamos a nuestro gusto.

Pero mi último trabajo se basó en cambiar radicalmente la forma de iluminar, usando simplemente la iluminación del sol pero a contra luz, quemando cielos y provocando flares. No todo es iluminación perfecta y crear un entorno controlado, sino que a veces también nos gusta salirnos de la rutina y crear otro tipo de formas.

La iluminación es un concepto que ha formado a la fotografía y creo que su uso tan sólo viene limitado por nuestra imaginación y nuestro gusto.

Hablé hace tiempo sobre los blancos quemados y negros empastados, y de lo que intengo hablar ahora es de buscar esa radicalidad y no centrarnos en la perfección de las siluetas, sino en la perfección de la creatividad.

A mi me encanta la fotografía de moda, la iluminación controlada, crear sombras y eliminarlas, pero está claro que como todo en esta vida la continuidad a veces deja entrada algo totalmente opuesto, el uso de una luz cegadora, que consigue eliminar detalle de parte de la foto, buscar un flare que atraviesa de esquina a esquina todo el encuadre, un cielo que no tiene color, unas sombras con cambios bruscos…

En los comienzos siempre se intenta mantener una perfección en todos los sentidos de la fotografía, tanto del uso correcto de la luz, como del encuadre, para finalmente una vez entendido, también sirve para realizar trabajos más radicales y darle un toque personal. Ese toque personal viene determinado por la perfecta combinación que seamos capaces de hacer entre lo que se puede considerar técnicamente correcto y lo que no.

Como punto final, creo que a partir de aquí juega un papel fundamental el gusto de cada uno, el gusto personal, los sentimientos que pueda transmitir una obra y los sentimientos que transmita su autor. Todo ello finalmente dará un resultado, que suele ser bastante inesperado.

Y si todavía no sabéis de lo que hablo, probad a hacer lo siguiente:

1. Buscar una buena hora del día para hacer fotos, a partir de las 8 de la tarde o por la mañana a las 8.

2. Realizar un paisaje o retratos de cara al sol, con inclinaciones en las que los rayos del sol atraviesen toda la foto. Que notemos que estamos retando al propio sol.

3. Exponer correctamente lo que queremos mostrar, por lo que vamos a quemar el cielo e incluso perderemos detalle en alguna zona.

4. Editar en el ordenador, aumentando el contraste, rellenando de luz los tonos medios y si sois un poco más atrevidos, jugar con los tonos de color, buscando otros colores irreales.

No os desaniméis con las primeras fotos, experimentar con todo tipo de ángulos, proyecciones de luz y sombras, veréis que hasta resulta divertido y que si conseguís encontrar el punto de iluminación en la zona donde estéis realizando el trabajo, el premio será espectacular.

Written by Vicente Alfonso